jueves, 5 de febrero de 2015

Bajo otro cielo: a modo de presentación

Una frase muy común en esta parte de América dice que todos los pueblos que conocemos descienden de algún otro; salvo los argentinos, que descienden de los barcos.
Mi familia llegó con los barcos.
Eso fue hace mucho tiempo, en otro siglo.
Mi familia vino aquí desde un lugar muy lejano. Desde un lugar donde el idioma, la vestimenta, los aromas, las creencias y las comidas son muy diferentes.
Ese lugar hoy se encuentra en la frontera entre Turquía y Siria y se llama Gaziantep, pero todos los que provienen de allí la siguen llamando por su antiguo nombre bizantino: Aintab.

Poco menos de trece mil kilómetros lineales separan a Aintab de Buenos Aires. Con los modernos aviones que existen hoy en día, y con una serie de escalas programadas adecuadamente, esta distancia se puede recorrer en poco menos de veinte horas.
Cuando en el año 1926 mi padre se lanzó a la aventura de venir a América, esa decisión implicaba un largo viaje que se prolongaba durante más de treinta días por mares y océanos.

Ya voy a hablarles de eso, cuando llegue el momento.

Olvidé contarles que mi familia es de origen armenio. Allá, bajo otro cielo y en otro siglo, la mayoría de los armenios eran súbditos del Imperio Otomano. Al igual que los kurdos, los judíos, los griegos, los árabes y otras etnias que habitaban ese enorme territorio.
Digo esto para que quede claro; para poder entendernos y no verme en la obligación de volver a cada rato sobre las mismas cuestiones:
Los armenios no son turcos.
Los armenios no son musulmanes.
Los armenios no son ortodoxos.

Soy argentino y ya cumplí más de cincuenta años. Mi mujer y mis hijos también son argentinos, al igual nuestros primos, amigos y compañeros de trabajo. Pese a las diferencias, a todos nos une esa marca originaria de ser los descendientes de aquellos que alguna vez descendieron de los barcos.


Decidí que era un buen momento para contar la historia de una de esas familias. Elegí la mía, porque la conozco bien y porque me pareció importante dejar un modesto testimonio mientras aún tenga la memoria intacta.   

5 comentarios:

  1. Intenté escribir alma y el teclado me cago .....

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    1. Gracias, Ajui, por acompañarme siempre en cada uno de mis proyectos. Es un privilegio para mí contarte entre mis mejores amigos. Un gran abrazo.

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  2. Rubén te conocí cuando tenías aprox 1 año a lo mejor en algo te puedo ayudar, conocí a tu abuela, tío y tus padres, excelentes y serviciales vecinos, voy a seguir tu blog con atención, abrazo amigo!!!

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  3. Gracias Carlos querido, por el recuerdo que tenés de ellos. Lo mismo pensaban ellos de tus padres. Por supuesto que todo aporte, aunque sea una breve anécdota que recuerdes será más que bienvenida. Gracias

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